El ejercicio que hoy os propongo va a sernos muy útil a la hora de tomar conciencia sobre diversos aspectos de nuestra vida.
¡Comencemos!
Siéntate en una silla con una postura cómoda a la vez que erguida, los pies en contacto con el suelo, los músculos relajados y los ojos cerrados. Toma una respiración profunda y suelta el aire, hazlo así hasta tres veces seguidas. Y ahora imagina una balanza.
Sitúa primero sobre uno de los platos, todas tus experiencias y sentimientos de anhelo, miedo, soledad, pena, dolor, desesperación, desdicha, aflicción y angustia. Todos tus momentos de crisis, de enfermedad, de desasosiego; todas las adversidades y conflictos, la preocupación, la tensión, la ansiedad, la desesperanza, la incertidumbre que hayas experimentado a lo largo de toda tu vida y que experimentes actualmente, en el caso de ser así.
Después coloca sobre el otro plato de la balanza todos los momentos que llamas de alegría o felicidad, que hayas experimentado a lo largo de toda tu vida y que experimentes actualmente: entusiasmo, pasión, gozo, amor, plenitud, bienestar, celebración, inspiración, belleza, seguridad, confianza, paz o energía.
Ahora observa los dos platos de la balanza y respóndete a tí mismo ¿hacia dónde se inclina la balanza? Tomate tu tiempo.
Una vez terminado el ejercicio, abre los ojos, toma un papel y un boligrafo y anota tus reflexiones sobre las siguientes cuestiones:
- ¿Esta relacionada la manera en la que vives en el mundo con la inclinación de tu balanza?
- ¿Cuál es tu estado «ordinario» (aquel en que me encuentro la mayor parte del tiempo) en relación a la balanza?
- ¿Qué es lo que suele hacer mi pensamiento?
Seguramente, al finalizar tu reflexión el ejercicio te haya ayudado a tomar cierta perspectiva sobre lo que esta ocurriendo.
La buena noticia es que nada es definitivo y en tu mano esta mejorar y transformar todo aquello que quieras.
¡Nunca es tarde!