Agudizar los sentidos se desarrolla con la práctica ¿Cómo podemos hacerlo? Hoy os propongo realizar un ejercicio que os ayudará:
Ve a por una manzana roja y grande. Ahora prepárate para comerte la manzana y concede a esa experiencia toda tu atención. Huele la manzana antes de morderla y deja que el aroma te inunde antes de llevártela a la boca. Siente la textura en la yema de los dedos, su forma y su peso en la mano.
Observa las transiciones de color, el jugo de su interior. Cuando la manzana entre en contacto con tu boca, penetra en su carne y deja que el sabor se disuelva en tu lengua. Escucha el crujido y escúchate mordiéndola. Presta atención a la jugosidad y consistencia mientras la manzana se transforma de sólido a liquido en cada bocado.
Al tragarla, siente su esencia deslizándose por tu garganta. Tómate tu tiempo. Honra el espacio entre un bocado y otro, entre una y otra respiración. Cuanto más vivos estén tus sentidos, más rica y jugosa se vuelve la vida.
Es una práctica sencilla para conseguir presencia. Este ejercicio no consiste tan solo en disfrutar de la comida; se trata de trasladar la plenitud de tu conciencia a la vida. Al ampliar nuestra conciencia y sintonizar con territorios más sutiles obtenemos más información.