Los quejicas

Según una investigación realizada en la Carnegie Mellon University, en una conversación de una hora, expresamos unas 50 veces nuestra insatisfacción o nos quejamos directamente por algo. Y no es extraño porque las quejas también pueden ser una especie de pegamento social. De hecho, no hay nada que una más a las personas que una insatisfacción compartida.

Quejarse es producto de una acumulación de emociones reprimidas, actualmente podemos encontrarnos con personas que se quejan todo el tiempo independientemente de lo que ocurra.

Según otro estudio realizado en la Friedrich Schiller University, cuando nos quejamos activamos a nivel cerebral una respuesta de estrés que puede llegar a dañar las conexiones neuronales de áreas como el hipocampo, vinculada a la memoria y la capacidad para resolver problemas. Lo mismo ocurre cuando escuchamos a alguien lamentarse.

¿Cómo podemos actuar frente a las personas quejicas?

Escuchándolos, es importante dejarlos expresar sus sentimientos sin contrariarlos. A veces las quejas tienen la misión de señalarnos un estado de insatisfacción, algo que nos impide sentirnos bien. En ese caso, se trata de adoptar una actitud proactiva.

No necesitamos ponernos de acuerdo con ellos, ni darles la razón ya que si lo hacemos lo único que lograremos es que sigan quejándose.

Otra pauta que podemos emplear con personas que expresan la queja de forma reiterativa es transformar el lenguaje, para que aprendan a enfocarse en lo positivo, en la acción. Por ejemplo, en vez de decir: “debo..” podemos decir: “voy…» o «elijo…». Se trata de que ganen confianza en si mismos.

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