La palabra emoción viene de la palabra latina «emovere», que significa «poner en movimiento». Las emociones nos mueven, nos traen significados diversos. Es clave reconocerlas y traducir la información que nos aportan.
Las emociones van y vienen como olas del mar. Y hay días en los que hay bandera roja y es peligroso bañarse, otros días nos podemos adentrar y bañarnos tranquilamente porque el mar esta en calma, entonces hay bandera verde.
Los pensamientos brotan a lo loco, quitándose el sitio unos a otros. Suelen llevarnos a actuar de un modo u otro, de ahí la importancia de observarlos y no enredarnos en ellos.
Nuestra mente es muy parecida a un mar. Observándonos podemos ser conscientes de cómo están las olas y aprender a responder desde la calma, en lugar de reaccionar de modo automático.
No podemos elegir que nos sucede, pero si podemos elegir cómo respondemos a ello. No podemos hacer que desaparezcan las olas, pero podemos aprender a navegarlas y a bucear en el silencio del mar.
«La habilidad de hacer una pausa y no actuar por el primer impulso se ha vuelto un aprendizaje crucial en la vida diaria» Daniel Goleman