Hace unos días una persona maravillosa que suele seguir mis publicaciones acudió a mi para pedirme que escribiera este post. Un post que hable de la tristeza que nos ocasiona la pérdida, y de qué podemos hacer ante esta emoción para gestionarla adaptativamente y salir poco a poco de ella, cada uno a nuestro ritmo.
La verdad, solo se me ocurre hablar desde mi propias experiencias. Al fin y al cabo ¿quién soy yo para decirle a alguien que ha de hacer con su vida y como ha de gestionar sus emociones? Apreciado lector, deseo que compartir mis experiencias sobre este tema pueda servirte ¡Allá van!
A mi la tristeza me desconecta de la vida, me hace permanecer inactiva, desactivada. Sobre todo cuando viene producida por la perdida de un ser querido. El remolino de emociones y estados de ánimo que me produce: pena, dolor, desconsuelo, abatimiento, desgana, nostalgia, melancolía, desilusión, añoranza, frustración, amargura,…. es importante y lo suelo vivir de manera intensa.
Hay que tener cuidado en que esta tristeza no se instale de forma crónica en nosotros, ya que entonces se convierte en sufrimiento y esto puede suponer tener que pedir ayuda a un especialista para poder gestionarlo.
Un profesor de Inteligencia Emocional que me dio clase hace unos años me explicó que la tristeza desencadena una intensa actividad cerebral que afecta a más de setenta áreas, entre ellas las que procesan el conflicto, el dolor, el aislamiento social, la memoria, la capacidad de atención y las sensaciones físicas. Por eso nos sentimos físicamente mal cuando estamos tristes.
Estrategias y recursos para gestionar la tristeza:
- Ser flexible conmigo mismo y concederme el tiempo que necesite para transitar mi paisaje de tristeza es una opción. No tengo prisa, respetar mi propio ritmo es algo que mi mente y mi cuerpo me agradecerá.
- Buscar la compañía de aquellas personas a las que queremos y que nos quieren, nuestros tesoros. Aquellos que nos van a acompañar sin aconsejar únicamente estando presentes, respetando nuestro momento y apoyarnos en ellos también resulta agradable.
- Propiciar también el «espacio personal» nuestros momentos a solas, en silencio donde poder expresar la emoción con la intensidad en que ahora mismo la vivimos.
- Haz algo de ejercicio físico, el ejercicio libera endorfinas te ayuda a sentirte con más energía.
- Escuchar música a mi me ayuda a calmarme y relajarme. No te recomiendo escuchar música para recordar o revivir situaciones o experiencias tristes, sino más bien proponte escuchar una música que te parezca hermosa.
- En ocasiones, a mi también me va bien tomar un baño caliente, me reconforta y me ayuda a relajarme. Es como si se calmaran mis sentimientos de tristeza.
- Escribir lo que siento a mi me reconforta. Luego lo rompo y lo tiro. Para mi es como una forma de expresar lo que siento y dejarlo ir. Me ayuda bastante a desahogarme.
- Darme cuenta o reflexionar sobre el momento actual que vivo y como esto, también pasará para dejar que vengan otras cosas.
Y por último agradecer, agradecer por todo lo que la vida me ofrece. Incluidos los momentos que he podido vivir junto a la persona que ya no está.
Gracias!
Agregaría que la tristeza (como toda otra emoción) llega a nuestras vidas para enseñarnos una lección. Así es que invitaría a reflexionar sobre otros eventos en los que ese mismo sentimiento estuvo presente o eventos similares en los que se produjo esa u otra emoción. Al comparar unos y otros, buscar cuál es la lección de vida: qué límites no fueron claros, qué apegos están allí, qué afán de control, en qué fuimos violentados, etc.