PINOS Y CEDROS

Han pasado 66 otoños, he vivido mucho tiempo.

La luna llena, radiante, ilumina mi rostro.

No hay por qué debatir los principios del koan.

Escuchad con atención el viento que sopla entre los pinos y los cedros.

Ryonen Gensó

Japón, 1646-1711

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Otra manera de percibir la vida

Últimamente escucho a muchas personas de mi alrededor percibir la vida en términos de trabajo y de rendimiento, parece que «el no hacer nada» viene siendo algo malo que hay que remediar rápidamente.

Me preocupa como la actividad absorbe todos los momentos del día dejando poco lugar para el tiempo libre. Parece que hemos olvidado las ventajas que este tiempo libre nos aporta, el silencio, la exploración, la observación de la belleza,sin ruido ni estímulos constantes.

El silencio particularmente me resulta reparador en un mundo donde es obligado comunicarse a todas horas ¿qué ocurre si no tengo nada que decir que merezca la pena? a veces necesitamos tiempo para pensar y esto no puede darse en la obligación de hacer y menos en la inmediatez.

Quizá por eso he vuelto a leer más poesía que antes, cuando la obligación de producir se apodera del lenguaje se convierte en algo superficial, poco profundo y con demasiada información que asimilar.

Y nuestro vínculo con el mundo natural también está determinado por la acción, vas a la montaña a «hacer algo» no a simplemente «estar». Por eso en los últimos meses he retomado mis baños de bosque. He comenzado de nuevo a «cuidarme» y a nutrirme de la tierra.

La naturaleza resulta reparadora, revisar nuestro vínculo con ella es fundamental. La naturaleza está libre de utilidad y su rasgo esencial es «no hacer nada». Su auténtico lenguaje es desplegar su belleza y sensibilidad a través de todos los seres que la habitan. No es necesario comprender nada, sólo vivirlo.

Photo by Michael Block

Los años que tengo

Os comparto este hermoso texto que invita a una reflexión interesante y profunda:

saramago.jpg«Frecuentemente me preguntan que cuántos años tengo… ¡Qué importa eso!. Tengo la edad que quiero y siento.

La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso. Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso, o lo desconocido. Tengo la experiencia de los años vividos y la fuerza de la convicción de mis deseos. ¡Qué importa cuántos años tengo!.

No quiero pensar en ello. Unos dicen que ya soy viejo y otros que estoy en el apogeo. Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice, sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte. Tengo los años necesarios para gritar lo que pienso, para hacer lo que quiero, para reconocer yerros viejos, rectificar caminos y atesorar éxitos.

Ahora no tienen por qué decir: Eres muy joven, no lo lograrás. Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma, pero con el interés de seguir creciendo. Tengo los años en que los sueños se empiezan a acariciar con los dedos, y las ilusionesse convierten en esperanza. Tengo los años en que el amor, a veces es una loca llamarada, ansiosa de consumirseen el fuego de una pasión deseada. Y otras en un remanso de paz, como el atardecer en la playa.

¿Qué cuántos años tengo? No necesito con un número marcar, pues mis anhelos alcanzados, mis triunfos obtenidos, las lágrimas que por el caminoderramé al ver mis ilusiones rotas… valen mucho más que eso.

¡Qué importa si cumplo veinte, cuarenta, o sesenta!. Lo que importa es la edad que siento. Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos. Para seguir sin temor por el sendero, pues llevo conmigo la experiencia adquirida y la fuerza de mis anhelos.

¿Qué cuantos años tengo? ¡Eso a quién le importa!. Tengo los años necesarios para perder el miedo y hacer lo que quiero y siento.

José Saramago

Desconexión

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Lo que yo hubiera querido decir…

Os conparto un poema senegalés que escuché hoy y me encantó.

Querido hermano blanco, cuando yo nací era negro

cuando crecí era negro, cuando me da el sol soy negro

cuando estoy enfermo soy negro, cuando muera seré negro

y mientras tanto, tu

cuando naciste eras rosado, cuando creciste fuiste blanco

cuando te da el sol eres rojo, cuando sientes frío eres azul

cuando sientes miedo eres verde, cuando estás enfermo eres amarillo

cuando mueras serás gris

entonces, ¿cuál de nosotros dos es un hombre de color?

Leopold Sengor

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Coaching Emocional

Buenas noches

En solidaridad con aquellas personas que debido al #yomequedoencasa están atravesando por momentos donde les resulta díficil comprender las diferentes emociones que experimentan y cómo manejarlas pongo a vuestra disposición mi ayuda.

Lo hago con mi experiencia en este campo ofreciendo un servicio gratuito de coaching durante el mes de marzo de 2 sesiones de 1 hora de duración, a elegir entre:

  • Lunes de 17:00 a 18:00

ES IMPORTANTE aclarar que la prioridad de este servicio son las personas con mas necesidad de apoyo y bienestar emocional y menos recursos, las plazas son por tanto limitadas.

Para solicitar el servicio

https://forms.gle/oAaq6U5TfXLqhs3m7  OS INFORMAMOS QUE LAS PLAZAS DISPONIBLES YA HAN SIDO CUBIERTAS – SI LA CUARENTENA CONTINUARÁ VERÍAMOS DE AMPLIAR DE NUEVO ESTE SERVICIO

Gracias

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Intencionalidad para contribuir positivamente

Con el post de hoy quiero reconocer y apreciar esta realidad en nuestra comunidad, la intencionalidad que se expresa para contribuir positivamente al momento que estamos transitando.

Por lo que estoy observando estos días el distanciamiento social no esta consiguiendo aislarnos, y hemos encontrado nuevas formas de llegar a los demás, de profundizar nuestras conexiones. Existe distancia física aunque esto no significa que nos distanciamos del cuidado, la bondad y del amor a los demás.

Nuestras capacidades innatas, como el impulso de cooperar esta vivo en estos días. Nuestra humanidad florece para conectarnos de nuevo a nivel profundo, y nos invita a responder, a actuar.

Algunas organizaciones, personas, profesionales ofrecen su apoyo con la prestación de servicios gratuitos:

Ahora más que en cualquier otro momento tenemos una mayor urgencia y una mayor oportunidad para conectar a todas las personas, trabajar juntos e imaginar y construir un mundo solidario.

Gracias

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Nos hemos separado de la naturaleza

Hoy os comparto un video de 2 minutos con un mensaje interesante.

Es parte del discurso de Joaquín Phoenix al ganar este sábado pasado el oscar.

¡Os lo recomiendo!

Resulta muy gratificante escuchar estas palabras, le hace a una sentirse conectada de nuevo a la humanidad.

IR AL VIDEO

 

 

Pausa Navideña

Con motivo de las fiestas navideñas hacemos una pausa en las publicaciones del blog. ¡Felices Fiestas!

Navidad 2019

La red de la vida

En este vídeo que os comparto hoy Jane Goodall nos habla de aspectos tan importantes para nosotros como el darnos cuenta de que todo esta interconectado formando un hermoso patrón.

Jane nos lleva a la reflexión sobre el impacto que cada una de nuestras acciones tiene sobre el planeta con preguntas como:

  • ¿Cómo es posible que la criatura mas intelectual que ha caminado por el planeta Tierra esté destruyendo su único hogar?
  • ¿Creéis que quizás hemos perdido sabiduría?
  • ¿Hay una desconexión entre este increíble cerebro inteligente y el corazón humano, el amor y la compasión?

Únicamente podemos lograr nuestro verdadero potencial humano, si tenemos armonía entre cabeza y corazón. Todos y cada uno de nosotros marca la diferencia, todos y cada uno de los días.

¿Qué tipo de diferencia vamos a marcar?

La vida palpita

Hoy voy a compartir en este post un texto que forma parte de la obra «El hombre que plantaba árboles» una fábula escrita por Jean Giono. No se me ocurre mejor regalo en el Día de Reyes que este hermoso texto que nos descubre a un pastor que convierte una árida y desolada zona de la Provenza en un bosque verde y lleno de vida. Su convicción es tal, que se dedica a ello durante años, sin esperar más recompensa que la de ver brotar alguna de las semillas.

Deseo que os guste, os invito a compartir algún comentario tras su lectura, si os inspira en alguna medida.

Carta que en 1946 escribió el pastor Elzéard Bouffier al ministro francés de la Guerra, Félix Gouin, en respuesta a un requerimiento oficial en el que, el citado Ministerio, obligaba al viejo pastor a dejar de plantar árboles alrededor de una fábrica de proyectiles situada en una remota región de la Provenza.

Estimado Sr. Ministro:

En primer lugar, quisiera agradecerle la consideración que hacía mí han tenido al remitirme la misiva fechada el 14 de junio del año en curso. Apenas recuerdo la última vez que el cartero visitó mi casa.Teniendo en cuenta mi natural tendencia a la soledad, todo contacto con otro ser humano es para mí un regalo y, en muchas ocasiones, una gran oportunidad.

En su misiva, Sr. Ministro, me conmina, con la amabilidad de que sólo son capaces las cartas oficiales, con todos sus circunloquios y referencias a Leyes que desconozco, a dejar de plantar hayas y robles en una zona muy concreta del departamento de Vergons, una zona que ustedes dicen es “restringida y de uso militar”. Doy fe, pues, desde hace unos meses, día tras día y cuando apenas ha amanecido, atravieso una alambrada de espinos y paso cerca de un cartel que dice lo siguiente: “Fábrica de armas de Vergons. Prohibido el paso”.

Sr. Ministro, en mi sencillez (no soy más que un veterano pastor), poco puedo hacer para oponerme a su requerimiento, salvo usar las palabras (yo, tan amante del silencio).

Sr. Ministro, empecé a plantar árboles hace más de treinta años. Ser pastor de ovejas requiere mucha dedicación y recorrer grandes distancias a pie. Así que, desde bien joven, cuando salía con mi rebaño por estos montes de la Provenza, iba ya pertrechado de un saquito y de una vara robusta con la que, donde me parecía, hacía un agujero para después introducir una bellota. He de reconocer, Sr. Ministro, que, según plantaba las bellotas, me olvidaba de ellas, hasta que, pasados los años, me daba cuenta de que muchas de ellas habían brotado y se habían convertido en pujantes robles o luminosas hayas. En poco tiempo planté más de diez mil bellotas. No llevaba una estadística de cuántas se hicieron árbol pero, lentamente, aquellos montes pelados por los que transitaba empezaron verdear… misteriosamente. Después, las diez mil se convirtieron en veinte mil, y las veinte mil en treinta mil, las treinta mil en cuarenta mil…

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Sr. Ministro, la naturaleza es lenta. Piense en los miles de años que tarda en esculpirse una estalactita, en las eras necesarias para que un río horade la roca hasta formar un cañón, en las infinitas horas que han de transcurrir para que un glaciar se desplace un milímetro, en las capas de hojas que requiere el humus, en las incontables moléculas de agua que forman un copo de nieve, en cómo se demora la cigüeña al levantar su nido, en los kilómetros que ha barrido el Gran Vórtice de Saturno, en los días que caen hasta que el ciervo nos enseña su cornamenta, en el proceso alquímico que vive una mariposa para dar color a sus alas…

La vida es un milagro, Sr. Ministro. Para que el ADN fuera posible se necesitaron millones de años de estabilidad climática en nuestra Tierra, y esa estabilidad ha sido posible sólo por una feliz serie de “casualidades” minúsculas que, además, quizá nunca más se vuelvan a repetir en este Universo que se aleja. Somos una excepción entre millones de planetas muertos. Estos bosques de Vergons son parte de la excepción.

Sr. Ministro, modestamente y casi sin querer, durante todos los años que llevo plantando árboles, mi lentitud ha sido la misma lentitud que susurra la naturaleza; mi constancia ha sido también la misma. Nos hemos acompasado con idéntico latido. De esto estoy seguro. Construir lleva su tiempo, Sr. Ministro; y las hectáreas boscosas que han ido formándose a la luz de mis bellotas lo han hecho en cada paso que he dado, día a día, agujero a agujero… El resto ha sido el transcurrir certero de las estaciones, las lluvias atraídas por la incipiente foresta, la humedad de nieblas y brumas, los arroyos convertidos en ríos, los neveros, el abono natural de las pinochas, el calor del sol; o generación tras generación de ardillas, lobos, mirlos, jabalíes y abejas, que han llevado, de un modo u otro y mucho más lejos de lo que yo hubiera podido soñar, nuevas bellotas para gestar nuevos bosques.

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Escribo esta carta, Sr. Ministro, y me doy cuenta de que ha tenido que pasar casi una vida (la mía) para que hoy pueda ver perderse el verdor en el horizonte. He vivido despacio, y hasta creo que la lentitud con la que la sangre recorre mis venas es también la parsimonia con la que la sabia sube y baja por estos robles, o la misma ligereza con la que el viento mece las hojas. ¿Acaso lo que nos pasa por dentro no es también lo que pasa fuera?

Usted, Sr. Ministro, quizá esté pensando que he sacrificado mi vida. Y no le falta razón, pero recuerde que “sacrificio” es, literalmente, “hacer sagrado” ¿Acaso no son sagrados estos bosques? Perdone tanta pregunta… Si usted alguna vez ha visto brotar una semilla, recordará que sí. Pero, si me lo permite (ya que siento que puedo hablar de estas cosas con conocimiento de causa), creo que esto también se nos ha olvidado. La vida nos habla constantemente de los ciclos. Ella se pone ante nuestros ojos en forma de espiral, mientras que los seres humanos llevamos siglos empeñados en vivir recorriendo una línea recta que cada vez se acelera más y más y más… Nos hemos distanciado. Si se da cuenta, hasta en el lenguaje distamos, cuando decimos cosas como “necesito conectarme a la naturaleza o “he salido a la naturaleza”. ¿Es que no somos siempre naturaleza? ¿Es que no estamos hechos en un setenta por ciento de agua? ¿Es que esa agua no es la misma que la que cae del cielo y llega hasta los mares? Sr. Ministro, no sólo nos empeñamos en vivir pensando en el futuro, sino que además, me temo, no hacemos otra cosa que dividir y separar y desgajar.

Sin embargo, Sr. Ministro, sé que somos necesarios para la naturaleza, pues estamos íntimamente ligados a ella, como la carne lo está al hueso. Sí, somos necesarios, del mismo modo que lo es una plaga de langostas devorando un campo de maíz, que lo es un volcán, cuya lava quema todo a su paso, una riada o una avalancha de nieve. Un ciclón sólo sabe ser un ciclón ¿Se pueden pedir cuentas a un tsunami o a un cataclismo? Ellos simplemente despliegan su fuerza, destruyen y trastocan la vida para dar forma a algo nuevo, a una nueva vida dentro de la vida. Pero nosotros, que tenemos la capacidad de pensar y de articular palabras, sí somos responsables de cómo nos relacionamos con eso a lo que pertenecemos.

Verá, Sr. Ministro, la dehesa sobre la que ustedes edificaron su fábrica de municiones, para surtir a nuestras tropas en la Guerra, era un lugar yermo la primera vez que lo pisé con mi rebaño. En su suelo arcilloso planté un buen montón de bellotas. En sólo cinco años un pequeño bosquecillo ya pugnaba por asentarse; al poco, llegaron los animales; los charcos se convirtieron en lagunas y hasta algunos riachuelos empezaron a correr por sus pendientes. Ustedes no tardaron más que un par de días en destruir esta frágil riqueza. ¿Ve por qué le hablo de responsabilidad? Pero, claro, sus máquinas necesitaban energía, y también talaron los grandes árboles que ya se elevaban, majestuosos, kilómetros a la redonda, para hacer carbón. Así que, también se fueron los animales y se secaron los ríos. Energía para fabricar las balas que después usan nuestros soldados en el frente.

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No creo en el alma, Sr. Ministro, pero sí creo en algo que yo llamo el “Alma del Mundo”. Lo he visto en estos bosques. Es un hilo invisible y finísimo que une toda la vida que aquí acontece, cada proceso, cada cambio, cada nacimiento y muerte. Toda la vida está ligada por esta ánima, desde lo más pequeño hasta lo más grande. Quizá, al leer estas pocas palabras, se muestre incrédulo, pero créame si le digo que usted también integra este tejido misterioso. Bastaría con que pegara el oído a la tierra para saberlo.

Ya ve que para mí este bosque no es un simple conjunto de árboles. Este bosque es amable porque yo lo amo. Y siento que de su bienestar depende también el bienestar del resto de los bosques, del conjunto de la Tierra, en virtud de ese hilo… Lo que hagamos en estas tierras repercutirá en el resto, por lejanas que se encuentren de aquí. Lo que hagamos influye en los millones de diminutos universos de vida que rodean a estas hayas.

Me pide usted, Sr. Ministro, que deje de plantar árboles en “sus tierras”. Hoy, cuando anochezca, seleccionaré una vez más las mejores bellotas y las pondré en remojo, para que se ablanden y los primeros filamentos puedan abrirse paso más fácilmente. Aunque me duelan los huesos, mañana volveré a levantarme temprano y partiré hacia Vergons con el mismo saco y mi vara. Sentiré el frío del amanecer en las mejillas; el rocío se arremolinará alrededor mis botas; los mirlos llevarán ya horas cantando y rebuscando entre las hojas escarchadas; los topos se habrán retirado a sus madrigueras; sonará el latido de algún corzo; en el pueblo olerá a pan; el petirrojo estará afilando ya su pico; los jabalíes conciliarán el sueño; y yo partiré hacia las tierras de Vergons porque allí, Sr. Ministro, la vida palpita.

La naturaleza nos habla

Hoy os comparto un movimiento (Conservación Internacional) que trata de capacitar a las sociedades para cuidar de forma responsable y sostenible la naturaleza para el bienestar de la humanidad, con algunas ideas sencillas, pero importantes por donde comenzar:

  • Reduce tu consumo de energía
  • Compra de manera inteligente
  • Pierde menos comida
  • …..

Además están elaborando unas películas según la fuerza de la naturaleza que quieras escuchar (montaña, agua, cielo,….) para sensibilizar a las personas sobre el cuidado y protección de nuestra riqueza natural.

Para mas información: http://www.conservation.org

Mientras os dejo la película de «La Montaña» una de mis preferidas.

 

 

Perderse en la naturaleza

Es básico que despleguemos esfuerzos para que l@s niñ@s y jóvenes no pierdan contacto con la tierra, con sus ritmos naturales, su belleza y sus estaciones cambiantes sobre todo en el actual mundo superpoblado, hiperconectado y con un alto grado de consumismo que habitamos.

Al experimentar la naturaleza no resulta tan importante «saber» como «sentir». Se trata de generar experiencias en l@s niñ@s y jóvenes para que presten mayor atención al mundo natural que les rodea y disfruten de su conexión con el. Que disfruten de la inexplicable belleza de un árbol, de una flor, del majestuoso vuelo de un ave, del viento vibrando alrededor de su cuerpo, etc.

Compartir el amor por la naturaleza a través de experiencias significativas alimenta el espíritu y el alma. Mejora la concentración y la observación del joven, desarrolla sus sentidos y su confianza, así como su capacidad de escucha, le ayuda a vencer sus temores, estimula su creatividad y amplia su perspectiva, entre otros beneficios.

Este post es una invitación a explorar y observar el mundo natural con los más jóvenes como si fuera por primera vez. Nuestra percepción del mundo puede verse alterada por algo tan sencillo como el ángulo desde el que elijamos verlo.

«A veces un árbol puede decirte más cosas que un libro» Carl Jung

Héroes que inspiran

héroe, 

Del lat. heros, -ōis, y

este del gr. ἥρως

hḗrōs; la forma f., del gr. ἡρωΐνη hērōḯnē.

1. m. y f. Persona ilustre y famosa por sus hazañas o virtudes.
2. m. y f. Persona que lleva a cabo una acción heroica.
3. m. y f. En un poema o relato, personaje destacado que actúa de una manera valerosa y arriesgada.

(Diccionario de la Lengua Española)

heroes

D.E.P. Ignacio Echeverría, mi humilde homenaje

Carta a las nuevas generaciones

Un vídeo que no os dejará impasibles, habla sobre la huella humana en el planeta, lo que estamos generando con nuestras acciones y lo que esto va a suponer en las nuevas generaciones.

Habla de la codicia, de como ponemos las ganancias por encima de las personas, como hemos utilizado la naturaleza como una tarjeta de crédito sin límite llevando a algunos animales a la extinción.

Aún podemos cambiar de dirección  ¿cómo hacerlo?