Este ejercicio es una herramienta que facilita la práctica del estado de conciencia llamado «atención plena» y ayuda a profundizar en el proceso de autoconocimiento.
Pintar una flor efímera puede ser obra de muchísimo tiempo. Lo que te propone esta práctica es precisamente eso: que pases mucho tiempo en una ilustración, que vivas muchos días y semanas con ella. Es un ejercicio de paciencia para qué, a través de tu plena presencia en cada instante, experimentes lo eterno que se revela en la fugacidad.
Paciencia significa «estar ahí, sin esperar resultados» a través de la paciencia te brindas la oportunidad de presenciar cómo la vida surge, en toda su plenitud, desde la inagotable y poderosa fuente del momento actual.
La primera parte de esta práctica consiste en no pintar el cactus y el pájaro. Vuelve a esta ilustración un día y otro, contémplala, pero no la pintes. Solo obsérvala en su perfecto estado inacabado, en su potencialidad.
Y, al mismo tiempo, contempla en ti lo que sientes, piensas, crees, esperas, dices, imaginas, recuerdas… constatando también la infinita potencialidad de tu conciencia, que ofrece espacio para que todo esto pueda manifestarse.
Cuando en tu mente ya no haya nadie que espere nada, regálate la experiencia de pintar la ilustración.