Las historias han acompañado al ser humano a lo largo de su vida. Como todo material inspirador suelen tener un elemento de misterio. Las mejores, funcionan para crear una nueva visión en la persona, ofrecerle una posibilidad de duda, de cuestionamiento y de cambio.
Las historias representan puentes hasta la posibilidad cuando se trata de metáforas. El poder de transformación de las metáforas es mágico. Pueden cambiar en un instante la vida de una persona al transmitir un nuevo punto de vista abriendo las puertas de la intuición. Orientan la mente hacia la libertad y la novedad dando la opción de aplicarlas a las propias necesidades.
En PNL decimos que esta metodología se fundamenta en la comunicación y en el lenguaje como medio para llegar a la estructura profunda de la persona. La comunicación metafórica busca acceder al 88% de la mente que permanece oculta (subconsciente) y a la que tenemos poco acceso, para así utilizar el mayor número de potencialidades disponibles.
Cuando utilizamos la comunicación metafórica el mensaje está diseñado de tal modo que la persona no puede filtrar conscientemente la información, y ésta pasa directamente al mapa y a la estructura profunda donde se realiza una búsqueda transderivacional que encaje con los contenidos transmitidos. A partir de este momento se van construyendo representaciones mentales, libres de distorsiones conscientes que permiten a la persona realizar modificaciones en sus niveles mas profundos. El consciente no interviene pues no tiene argumentos que filtrar o cuestionar ya que se le suministra un mensaje tan despersonalizado, abstracto y generalizado que lo considera absurdo y «supone» que no va con él, que no le afecta. Sin embargo en las estructuras profundas los mensajes encuentran similitud y son relacionados inconscientemente.
El uso y la pericia que cada uno alcance con esta herramienta estará en función de su intención y de la habilidad que adquiera con la experiencia. No olvides nunca la historia de Nasrudín y el erudito:
En cierta ocasión, Nasrudín trabajaba de barquero ganándose la vida transportando gente de una orilla a otra del lago. Un día se le aproximó un teórico y erudito gramático que solicitó los servicios del marinero. Apenas hubieron zarpado se inició una conversación intrascendente.
-¿Usted no ha estudiado gramática?-preguntó el erudito.
-No-contestó Nasrudín
-Pués ha perdido media vida-dijo el gramático.
El viaje continuó en tanto una profunda borrasca se ceñía sobre el lago. Al poco un viento huracanado comenzó a agitar con tal fuerza la superficie de las aguas que el barco comenzó a zozobrar.
-¿Sabe usted nadar?-preguntó Nasrudín al teórico.
-No-respondió el hombre.
-Pues ha perdido usted toda la vida, nos estamos hundiendo-le sentenció Nasrudín.