Quizás estéis familiarizados con este concepto, en caso contrario comentar que hace referencia a los efectos que la falta de contacto con la naturaleza tiene en las personas.
Richard Louv en su libro «Last Child in the Woods» recoge en el año 2005 por primera vez este conceptoinspirándose en estudios que demuestran que en las últimas décadas se está realizando un cambio en la sociedad que afecta de forma global en el desarrollo de las capacidades de los menores. Todos, adultos y niños pasamos cada vez menos tiempo en contacto con la naturaleza ya que la tecnología y el acelerado ritmo de vida son ahora el foco de nuestra atención.
Este síndrome no ha sido recogido en ningún manual de medicina, es un concepto novedoso que de momento forma parte del campo de la psicología ambiental en el que se continúa estudiando.
Andrew Balmford realizó un estudio en 2002 sobre el conocimiento de los niños sobre su entorno natural. Les enseñaron a los niños tarjetas con imágenes de pájaros y dibujos de Pokemon. La mayoría de los niños conocían los nombres de los personajes de Pokemon, mientras que desconocían la mayoría de los nombres de las especies de los pájaros.
Otro estudio que destacar es el de la doctora Rhonda Clements en el año 2005. Encuestó a 800 madres en Estados Unidos comparando la forma de juego de sus hijos con la que ellas tenían en su infancia. Menos de la mitad de las encuestadas reconocían que sus hijos jugaban fuera, al aire libre. El resto, aunque reconocían los beneficios de jugar fuera, mostraban su preocupación sobre la seguridad y el crimen y por eso evitaban que sus hijos salieran. También reconocían, estas últimas, que la televisión y el ordenador se interponían para salir a la calle.
En 2009 Kumar publica un estudio analizando datos de 10.000 niños desde el año 2001 hasta el año 2004 en el que concluyó que los niños que pasaban más de cuatro horas al día frente a una pantalla eran más propensos a tener déficit de vitamina D. Esta vitamina se produce en la piel después de una exposición al sol y es esencial para la absorción del calcio y otros procesos del cuerpo.
Todos estos estudios, y muchos más existentes nos llevan a tener en cuenta la recomendación de que la naturaleza forme parte de nuestra vida. Hay naturaleza en todas partes, siempre habrá un lugar cercano al aire libre, solo hay que buscarlo.
En 2011 Edward Wilson, ganador del premio Putlizer, establecía que el mundo natural era el entorno más rico en información que las personas pudieran encontrar donde se ofrece una estimulación cognitiva constante.
Son múltiples los beneficios de estar al aire libre, entre otros:
- Mejora la concentración.
- Disminuye la presión arterial
- Mejora la motivación.
- Repara la capacidad de atención
- Disminuye los niveles de ansiedad o depresión
- Mejora el sueño
- Fortalece el sistema immune
- Incrementa la energía y la vitalidad
- Mejora la empatía, la bondad y la compasión
- Incrementa la claridad del pensamiento y la conciencia sensorial
- Mejora la creatividad
¿A qué esperamos para estar en contacto con la naturaleza si nos hace sentir mejor?
Os comparto algunas ideas: dar un paseo por un jardín cercano, salir a remar en un lago cercano, practicar un baño de bosque, etc..
Foto: Imad Clicks